El verdiblanco, luego de 15 años, volvió a gritar campeón junto a su gente. Un título festejado no sólo por el rugby, si no por toda la familia del Jockey.
El día sábado no podía pedir más. Temperatura ideal para presenciar en las Cuatro Hectáreas una nueva final protagonizada por el verdiblanco y su clásico rival, Duendes, que venía de ganar las últimas 7 ediciones del TRL. Viejas glorias del rugby del club se hicieron presentes, estaban los ex jugadores de la legendaria Gira del 79, los integrantes del último plantel campeón, y muchísimos más que querían ser testigos. A su vez, dirigentes y personalidades importantes de otras disciplinas del club, no quisieron perderse el espectáculo y acompañaron desde el inicio hasta los festejos del final, brindando constantemente su aliento.
El partido, que se preveía parejo, tuvo a un Duendes protagonista durante el primer tiempo y a un Jockey que no dio pie con bola durante ese tramo. Pero, luego del entretiempo, el verdiblanco se hizo dueño de la contienda y con los embates provenientes desde el banco logró quedar a tiro del marcador cuando llegó a estar perdiendo por 23 puntos de diferencia.
Faltando nada más que un minuto para finalizar el encuentro, Jockey se encontraba abajo por 6 puntos y necesitaba de un try convertido para ganar. Dentro de los 22 mts. y con scrum a favor comenzó la búsqueda épica. Yendo corto y ganando metros con los forwards logró el tan buscado try en las manos de Franco Manavella, uno de los líderes y más experimentados del plantel. Las más de tres mil personas no podían creer tamaño espectáculo. Los hinchas verdiblancos festejaron, algunos con puño apretado, otros saltando, tirados en el suelo. Todavía faltaba la conversión. Alberto Di Bernardo, otra de las glorias del equipo (por pasado y presente), se hizo cargo de la patada, que, según sus palabras, "dejé que todo el club pateara". Adentro. El árbitro pitó el final y se desató la locura. Niños, jóvenes, adultos y más ingresaron a la cancha para festejar con sus guerreros. Comenzaron los cánticos, los abrazos, los lloros, las risas, los gritos y más. Vale destacar el comportamiento del rival durante todo este momento, quién no dejó de reconocer a los flamantes campeones, su eterno rival. Jockey había logrado el título luego de 15 años y en el último minuto, con dos jugadores emblema marcando los puntos finales y con un banco de suplentes repleto de jóvenes que se supo hacer cargo del momento. Con respecto a esto, Peto Crexell que comparte la dirección técnica junto a Sergio Ansaldi y Gustavo Minoldo, casi afónico, aseveró: “El partido que dio vuelta el equipo te pone piel de gallina de sólo pensarlo. Con jugadores así voy a cualquier lado, nos demostraron a todos que este equipo tiene un corazón enorme, una actitud envidiable y los felicito de corazón y repito, con ellos a cualquier lado”.
Llegó el tiempo de la vuelta olímpica, la entrega del trofeo, el chapuzón en la pileta y los festejos en el vestuario. Siempre acompañados por su público, aquel que vino a alentar al verdiblanco, sin importar si fuese de fútbol, hockey, golf o tenis, porque los colores y el sentido de pertenencia son más fuertes, porque el Jockey es más que un club, es una familia. El sábado quedó demostrado con el título que el rugby consiguió luego de mucho tiempo e hizo feliz a toda la familia del club.
